criatura del bosque

Wakari

En las profundidades de los bosques de Teligote, en Pelileo, provincia de Tungurahua, circulaba un antiguo relato sobre un ser fantástico conocido como Wakari, el guardián de la niebla. Según la leyenda, Wakari era una criatura mitad hombre, mitad felino, con ojos luminosos que brillaban como brasas y un manto de musgo que lo camuflaba entre los árboles.

Wakari no era un ser maligno, pero imponía respeto. Protegía el bosque y castigaba a quienes intentaban dañarlo. Se decía que aparecía cuando alguien cortaba un árbol sin permiso o dejaba basura en el río. Su presencia era anunciada por un extraño silencio, seguido del sonido de ramas que crujían, como si el bosque se moviera por voluntad propia.

La Tragedia del Leñador

Una de las historias más famosas sobre Wakari es la de un leñador llamado Simón, quien, desesperado por alimentar a su familia, decidió talar un árbol sagrado que los habitantes de Teligote veneraban. Cuando el hacha de Simón golpeó el tronco, el aire se volvió espeso y una densa niebla cubrió el bosque. De entre las sombras, apareció Wakari, con su imponente figura y ojos llameantes.

Según los ancianos del pueblo, Simón fue encontrado días después, sano pero profundamente cambiado. Decía haber visto los secretos del bosque y escuchado su dolor. Desde entonces, dedicó su vida a replantar árboles y cuidar la naturaleza.

La Escultura de Wakari

Hoy, en el corazón del bosque de Teligote, se erige una escultura en honor a Wakari. Realizada por un artista local, la obra representa a la criatura en todo su esplendor: un ser majestuoso con formas humanas y felinas, envuelto en musgo y hojas. Los visitantes dejan ofrendas de flores y piedras pintadas, agradeciendo por la protección del bosque y recordando la importancia de convivir en armonía con la naturaleza.

Escultura de Wakari – Teligote

Autor: Sebastián Cruz.

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